miércoles, 22 de octubre de 2014

El sistema económico ha declarado la guerra al planeta

"Hemos llegado a un punto crítico en el que todo tiene cambiar", asegura de entrada Naomi Klein, a la hora de justificar el título de su último libro: 'Esto lo cambia todo: Capitalismo contra el Clima'.
 "Durante 25 años hemos intentando acomodar las necesidades del planeta a la ideología del capitalismo de mercado, que exige el crecimiento constante y el máximo beneficio. Los resultados han sido desastrosos. Lo que necesitamos ahora es una respuesta radical".

Klein dispara en su libro contra la "economía extractiva" que está dilapidando los recursos, con la complicidad de los representantes políticos que se han convertido en uña y carne con los intereses especiales. "La puerta giratoria entre la política y las compañías energéticas es ahora una puerta abierta de par en par. En todos los países occidentales existe una connivencia que está dinamitando el sistema democrático. Una de las luchas claves de este siglo va a ser la de la democracia energética".

"La buena noticia es que la respuesta contra este modelo insostenible está ya en marcha", sostiene Naomi Klein. En Alemania ya se está trazando el camino con el auge de cooperativas energéticas y el impulso de modelos de autosuficiencia energética con renovables.

"Las marchas por el clima se celebraron hace un mes en casi todos los países, y más de 300.000 personas se lanzaron a las calles en Nueva York en la mayor manifestación de las últimas décadas". "La solución pasa por acciones desde lo local y por masivas inversiones públicas, para acelerar la transición de la economía extractiva en la que estamos a la economía regenerativa, porque lo que está en juego es nuestra propia supervivencia".concluye Klein. 

Más información: elmundo.es

sábado, 4 de octubre de 2014

Trabajar menos horas, ¿incrementa la productividad?

"Solía tenerlos trabajando hasta nueve o diez horas al día", afirma Bauer, director ejecutivo de Royce Leather en Nueva Jersey (EE.UU.), una empresa que fabrica billeteras, maletas y otros accesorios de cuero. Bauer recortó la jornada laboral de los 15 trabajadores de la línea de ensamblaje reduciéndola dos o tres horas, según el puesto de trabajo. La finalidad de Bauer era impulsar la eficiencia, no reducir los sueldos. Antes bien por el contrario, aumentó la remuneración de su equipo en un 15%. La jornada laboral de siete horas dio sus frutos: la producción aumentó, resultando en un incremento del 10% y 15% en la producción de mercadería por día. Además, añadió, sus empleados (muchos de los cuales han estado en la compañía entre una y tres décadas) valoraron mucho el poder regresar a casa más temprano. Además los descansos, como el tiempo para desayunar o almorzar, se vieron como importantes para mejorar la productividad.

Por otro lado, y a diferencia del caso anterior, una investigación realizada en Corea del Sur, dada a conocer el año pasado por la revista Journal of Happiness Studies, encontró que los empleados valoran los días laborales cortos sólo en la teoría. En la práctica, los investigadores encontraron que cuando se redujo la jornada laboral en 2004, pasando de 44 horas a 40 (junto con el sábado como día libre oficial), no hubo mejoría en la satisfacción laboral de los empleados o en su felicidad general. En cambio, si tenían menos tiempo para abordar la misma cantidad de trabajo, aumentaba el estrés.

¿Y tú qué opinas?. ¿Conoces otros casos parecidos?

Más información: BBC