sábado, 24 de noviembre de 2012

La RSC: un fenómeno relativamente reciente en España

Ha sido en la última década cuando las empresas, empujadas por la influencia de las corporaciones norteamericanas asentadas en el país, han empezado a desarrollar planes para ser socialmente responsables. Por eso, la implantación de este tipo de estrategias es todavía incipiente: en España solo un 5% de las compañías cuenta con una política de RSC formalizada por escrito, según un informe de Forética, una asociación de organizaciones que se dedica precisamente al fomento de este tipo de responsabilidad empresarial. Según explica Rafael Currás, profesor de Economía de la Universidad de Valencia e investigador de las actitudes de los consumidores respecto de la RSC, la implantación de esta es una cuestión cultural: “En los países anglosajones, donde no está tan desarrollado el Estado del bienestar, surge la demanda social de que las empresas sean las que se impliquen en la sociedad. Aquí eso se lo pedimos al Estado”. En la misma línea, Juan Arena (presidente de la Fundación Seres) dice que, "en los países mediterráneos, la solidaridad o caridad es lo que prevalece; mientras en el mundo anglosajón no se considera un gasto, sino una inversión. Si la inversión genera valor para la sociedad y para la empresa, se produce una mayor sostenibilidad. Las compañías que son capaces de compartir el valor con la sociedad tienen un mayor éxito." Además, concluye "los consumidores se lo exigen cada vez más a las empresas. Por ejemplo, conozco bufetes de abogados que me dicen que han sido sus empleados jóvenes los que han exigido poner en marcha programas de voluntariado social porque si no se cambiaban de despacho. La atracción de talento mejora si el empleado se siente a gusto de trabajar en esa empresa. Por lo tanto, mejora el clima social. Y el cliente, exactamente igual, porque le ofrece un mayor orgullo comprar esa marca."

La solidaridad vende, pero solo si es de verdad

“Un paquete de Ausonia, un minuto en investigación contra el cáncer de mama”. Con este mensaje en su publicidad de compresas, la compañía dedicada a productos sanitarios da a conocer su campaña de donación de fondos a la Asociación Española Contra el Cáncer. En sus anuncios vincula esa solidaridad empresarial a la compra del producto, aunque su aportación —la última, 300.000 para un proyecto de tres años de la AECC— no varía en función de cuántas unidades se vendan. Esta clase de prácticas forman parte de una estrategia de responsabilidad social corporativa (RSC) de las empresas para algunos; pero son mera publicidad para vender más para otros. Sea lo uno o lo otro, este tipo de acciones han cobrado impulso en España como mecanismo para ganarse la confianza y fidelidad de los clientes y empleados en un mercado cada vez más atomizado. Pero pese a las buenas intenciones —cuando lo son de verdad—, no todo vale. “Hay dudas cuando la RSC se asocia a un producto para multiplicar las ventas, pero tampoco está mal”. Es la opinión de Ana Sáinz, directora general de la Fundación Seres (creada en 2009), que promueve que las empresas españolas desarrollen acciones que redunden en la mejora de la sociedad.

El problema es la coherencia de la acción social con el resto de actividades de la marca. “No se trata de parecer buenos, sino serlo”, apunta Ana Sainz, de la Fundación Seres. Por eso los expertos defienden que la verdadera RSC es la que forma parte de la cultura de la empresa y se integra en todos los escalones para transformar la realidad. Esto engloba el cuidado del medio ambiente, la relación laboral con los empleados, el buen gobierno, la honestidad con los clientes y los proveedores.

“Apple no puede vender RSC y luego explotar a sus trabajadores en China”, explica José María Herranz, profesor de Ciencias de la Información en la Universidad Miguel de Cervantes (Valladolid). En abril de 2011 los empleados en aquel país de una de las fábricas de la compañía de la manzana denunciaron a la empresa por abusos psicológicos.
El consumidor no perdona un escándalo, pero también premia los buenos comportamientos.

Más información: elpais.com    fundacionseres.org

domingo, 18 de noviembre de 2012

El ‘bueno, bonito y barato’, de moda entre los emprendedores

La difícil situación económica ha obligado a los consumidores a ser más susceptibles al precio. Por eso las compañías de bajo coste están viviendo su particular edad de oro. Plataformas de cupones, aerolíneas de bajo coste y comparadores de precios copan gran parte del universo online.
Optimizar los recursos, construir estructuras más austeras y apostar por las nuevas tecnologías son clave para poner en marcha un negocio low cost. Bien lo sabe Rafael Torres, fundador de Mercado Actual, una web dedicada a la venta de productos informáticos, electrónica, imagen, consumo e instrumentos musicales. Este portal asegura ofrecer los precios más baratos del mercado en el 85% de los casos, gracias a un sistema que examina los importes de un centenar de portales de comercio electrónico. Todos los artículos se entregan en 24 horas en el domicilio del cliente. "Para lograrlo cuento con una compañía muy optimizada, apoyada en la tecnología. Actualizamos las bases de datos de los productos en tiempo real, lo que nos ayuda a controlar mejor las compras y las ventas. Nuestro sistema de gestión también se basa en la eficiencia. Cada empleado, cuando enciende su ordenador, encuentra las tareas que tiene pendiente realizar", explica Torres.

 Más información: expansión.com

domingo, 11 de noviembre de 2012

China: un socialismo de mercado con particularidades

En la actualidad, China es una economía de mercado con fuerte presencia estatal en sectores clave y disponibilidad casi ilimitada de fuerza de trabajo que mantiene los salarios en niveles bajos. El país asiático no crece sólo a partir de su comercio exterior, que también, sino que lo hace incentivado por la demanda interna, en especial por la inversión pública. 
El presidente Hu Jintao dijo hace unos días, al presentar el informe central con propuestas de metas políticas, económicas y sociales para el 2020, y ante el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China (que empezó el pasado día 8 y se desarrollará hasta el próximo 14 de noviembre): "el país jamás copiará el sistema político occidental en su proyecto de fomentar una sociedad moderadamente próspera. Debemos mantener firmes el rumbo del socialismo con características chinas para asegurar el cumplimiento de los proyectos de modernización y la gran renovación de la nación." Recomendó tomar experiencias de los logros de otras sociedades, pero "nunca copiar un sistema político occidental".
Funcionarios, expertos y medios de comunicación extranjeros han destacado positivamente los logros de China en los últimos 10 años, al indicar que su desarrollo rápido ha hecho enormes contribuciones a la economía mundial.
Pero, ¿y qué es eso del "socialismo de mercado"?. ¿Tiene algo que ver con la "economía social de mercado"?. ¿Por qué?.

Más información: Rebelion.org   Pueblo en linea  Prensa-latina  misrespuestas.com  Video youtube

domingo, 4 de noviembre de 2012

¿Economía de guerra o guerra al sistema económico?

Hasta hace poco no había crisis, todo iba bien y no nos importaba dejar propinas en los restaurantes o pagar unos euros de más por tener un coche como el de mi vecino o un móvil como el de mi compañero de trabajo o una tele como la de mis amigos.
Está claro que la crisis nos ha hecho, entre otras cosas, comenzar a conjugar en primera persona un verbo que conocen bien nuestros abuelos: AHORRAR.
Comemos más en casa y menos en restaurantes, utilizamos cada vez más productos de las llamadas "marcas blancas", intentamos ajustar al máximo el empleo del móvil para ahorrarnos unos céntimos, etc.

El periodista y escritor José Miguel Vila nos invita a ver el lado positivo: "Lo importante ahora es ver si alguna vez aprendemos la lección de no mirar con envidia al vecino y dejar de seguir haciendo esos estúpidos ejercicios de apariencia como las que al menos por un instante, nos igualaban al triunfador. Con estos propósitos individuales que, en última instancia no son sino un cambio de valores, creo que el sistema podría modificarse en todo aquello que hemos visto que fomenta el consumo por el consumo y no el verdadero bienestar de los ciudadanos."..."Otra cosa bien distinta es aplaudir acciones tan reprobables como asalto a supermercados o tomas de hoteles de lujo y sedes bancarias."
En este último aspecto, y según su opinión, el objetivo de estas acciones reprobables es igualarnos a sistemas como el chino, coreano del norte, cubano o venezolano. Por eso concluye: "una cosa, la primera, es hacer frente con sentido común a la situación de guerra a la economía a que nos ha abocado la crisis y, la otra, es declarar la guerra a un sistema económico y pretender sustituirlo a la fuerza por otro infinitamente peor."

¿Y tú qué piensas?

Más información: diariocritico.com